En el patio del colegio, en un partido de fútbol, en los columpios, subiendo unas escaleras, patinando… Son muchos los escenarios en los que es posible que un mal golpe dé de lleno sobre un diente partiéndolo. Según los expertos, los pequeños entre 8 y 10 años, y niños más que niñas, son los que más acuden a consulta por este problema.
Cuando el diente que ha recibido el traumatismo es de leche hay que tener en cuenta una serie de precauciones para que la pieza afectada pueda salvarse en la medida de lo posible y estar en las mejores condiciones.
Cuando perdemos una pieza de leche o se tiene que extraer queda el hueco libre y dicho espacio puede ser ocupado por el resto de piezas y tiendan a juntarse para cerrar ese espacio que ha quedado vacio. Para evitar en un futuro la falta de espacio por la pérdida del diente de leche, lo solucionamos colocando un aparatito con un diente de quita y pon o fijo hasta que empiece a crecer el nuevo diente.
Caso bien distinto es si la pieza dañada, normalmente un incisivo, es un diente definitivo. Desde el momento en que se rompe empieza una contrarreloj para salvarlo. Si se actúa antes de que pasen cuatro horas, y mejor que sea durante los primeros 60 minutos, hay muchas posibilidades de que el diente roto vuelva a ser viable.
«Si se trata de un diente avulsionado —es decir, que se ha salido completamente de su alojamiento en el hueso, de su alveolo—, se debe buscar de inmediato y, al cogerlo, no tocar la raíz del mismo, sinoagarrarlo por la parte de la corona. Posteriormente debe introducirse, sin lavarlo, en un vaso de leche fría de la nevera, que esté a unos 4 grados, y acudir inmediatamente al dentista».
Allí este profesional pondrá anestesia local al niño e intentará reimplantar el diente introduciendo la raíz de nuevo en el alveolo y fijándolo a los dientes vecinos y así aumentan considerablemente las posibilidades de que el diente recupere el riego sanguíneo, vuelva a ser útil y dure muchos años, o toda la vida, en su sitio.
Atención si cambia de color
Durante un periodo de dos meses, que la encía va poco a poco desinflamándose y que el diente no cambia de color hacia un tono grisáceo. Si, en el peor de los casos, la pieza cambia su color es señal de que ha sufrido una necrosis, no tiene riego sanguíneo. En ese caso, se debe realizar una endodoncia.
Hasta que el niño no cumple 18 años no se le puede realizar un implante, o poner un diente de titanio, porque es necesario esperar a que crezca el hueso facial. Hasta ese momento llevaría un diente provisional.
Pero si en vez del diente entero, sólo se ha roto una parte de él, no es urgente llevar al niño a toda prisa al dentista. Si el trozo desprendido es grande conviene guardarlo porque es posible que se pueda unir al diente . En el caso de que no se pueda unir también puede reconstruirse.